Arrocerías con mucho arte

Hay fama de que en Madrid no se puede comer una buena paella, como si lejos de las playas levantinas no fuera posible disfrutar de esa especialidad valenciana. Para comprobar que esa leyenda urbana es falsa, tenemos establecimientos como El Ventorrillo Murciano, en la zona de Antón Martín (calle Tres Peces, 20), que ofrece unos muy reputados arroces a banda, negro y con longaniza murciana. Es un lugar concurrido, con el encanto de lo tradicional, por lo que conviene reservar con antelación: 91 5288309.

En una estética más joven y moderna, tenemos Rice Bar La Bomba, en la calle Augusto Figueroa, 33 (Chueca). Es un local con pocos años de vida que emplea una procedimiento peculiar para preparar sus arroces, con técnicas de vacío, que hace que los periodos de cocción sean cortísimos y el resultado, singular. Ademas de los arroces, hay platos que van cogiendo fama, como la ensaladilla, la butifarra de Rovira y de postre la Paulova, un postre a base de merengue, que ha sido comentado por articulistas de la capital.

El éxito de esta sucursal hizo que sus dueños abrieran recientemente un local similar al norte de Madrid (calle Pedro Muguruza, 5), bautizado como La Bomba Bistrot; se trata un restaurante acogedor, luminoso, cuidado al detalle, con una carta muy variada y arroces como el meloso de carabinero en caldero, de pato o uno en homenaje al director de cine Luis García Berlanga, valenciano de pro. Precios por persona, en torno a los 20 euros el plato.

Y concluimos en la Paella Real que, como su propio nombre indica, está pensado para los muy ‘paelleros’. Ubicado en la calle de Arrieta, 2, a pocos metros del Palacio Real y muy cerca de nuestro hotel en la Puerta del Sol, el restaurante cuenta con clientes muy fieles que destacan de sus variados arroces y propuesta como el menú degustación que, por treinta euros, incluye tres entrantes, un arroz, postre a elegir y vino. También goza de muy buena fama la hermana pequeña de la paella, la fideuá, en un ambiente agradable y bien atendido.

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